lunes, 23 de febrero de 2009

CALLEJÓN SIN SALIDA/ JORGE SALAZAR

LIBROS

CALLEJON SIN SALIDA (*)


JORGE SALAZAR (1)
I


“Visión de una kermesse. Nadie tiene un país como este...’. Los hay que en esta dura y hasta dolorosa hora peruana se dedican a escribir sobre los balazos y la sangre que, día a día, nos amamanta; también se escri­be sobre el oleaje de las playas del Norte o sobre las dificultades de andar por la vida y por el jír6n de la Unión en bicicleta, pero también los hay los que sacan pecho, como ya lo hizo Eugenio Buona con “Tu Poblada Herida”, y sin enmarañamientos hablan del callejón sin salida del amor...

II
Le ha tocado esta vez a Armando Arteaga. Para más señas: piurano, arquitecto, bohemio, literato y critico de cine; eso, al menos, cuenta su currículo: 35 años. Pero eso no basta pa­ra expresar el significado de su último libro “Callejón sin sa­lida”. Arteaga, salido ya del “Palermo”, del “Wony” y de otras históricas cavernas de la bohemia limeña, se ha encontrado con que buena parte del discurso político en verdad sirve para encubrir el fin de la civilización, por lo menos en el caso perua­no... Y así, sólo ante tantos enigmas (la muerte: ¿será de mármol o de piedra?) coloca ahora mismo sus acentos sobre la vieja pasión de la infancia y de mañana, mía y suya, de ayer y hoy: el amor...



III
El desplazamiento del cronista cinematográfico de Expreso no es puramente formal: una voluntad de verdad y purificación que lo hermana con Buona) encuentra los pasos perdidos al lado de la otra calle y en la punta del mundo, Galicia, y los trae hasta acá “Estuve aquí con ella, era rubia y delgada. /La lluvia vuel­ve ahora en su ballet,/me da lo mismo/ ..Estuve aquí con ella, no recuerdo si era rubia o negra/.

IV
Nadie duda que el amor empieza al otro lado, cuando ya no está... Pero Armando Arteaga, piurano de izquierda, se ha ido olvidando poco a poco de las desdeñosas divinidades del catecismo, para ir recomponiendo armoniosamente viejos trajines:
mirar ahora mismo esa casa y recordar la canción expresa­da entre esas rejas, el perfume de ella al lado de la puerta, el íntimo patio, el último beso. Lo ilusorio convertido en realidad infinita y plural.

(*)Publicado en la columna Fantasmagoría de Jorge Salazar, en el diario Expreso, 09—03—1987.

(1)Jorge Salazar, destacado periodista, ganó el Premio Casa de las Américas (1980) por su novela “Opera de Fantasmas”.

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