martes, 10 de marzo de 2009

GUILLERMO THORNDIKE MURIÓ CON LA PLUMA EN LA MANO/ JUAN CARLOS LÁZARO

Guillermo Thorndike murió con la pluma en la mano
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Escribe Juan Carlos Lázaro (*)

Como los verdaderos grandes escritores y reporteros, como Balzac o Kapuczynski, Guillermo Thorndike murió con la pluma en la mano, en el silencio sobrecogedor de la madrugada, cuando su mente bullía de proyectos literarios y periodísticos, y acaso esperaba el amanecer para entregarse a su cotidiana tarea de escribir con la dedicación de un iluminado o un poseso.


“Murió de un infarto al corazón”, dicen los primeros despachos que informan sobre su súbita partida, muy difícil de aceptar, sobre todo para quienes alguna vez tuvieron ante sí a este plantígrado de casi 1.80 m., que reía estruendosamente, rebosaba vitalidad por todos los poros, hacía traquetear el teclado como una metralleta y tomaba decisiones propias de un emperador o un majará.

Guillermo Thorndike: gran periodista y escritor vital, maestro...

Más combatido que comprendido, Thorndike revolucionó el periodismo peruano e hizo escuela. Desdeñaba por aburrido el “estilo uniforme” del que aún se precian ciertos periódicos y dio paso a la variada creatividad de los reporteros. Titulero sin par, su clásica “edición choque” dejaba sin aliento a la competencia. Y su filosofía de editor sintetizaba periodismo y poesía.

La letra impresa era su elemento. Adolescente todavía, publicó en Buenos Aires un volumen de cuentos, Los ojos en la ventana, y antes de llegar a los veinte años pasó a integrar la plana de reporteros de La Prensa, el viejo vocero de la oligarquía agraria, propiedad de su tío Pedro Beltrán Espantoso. Ahí se fogueó como caza noticias, depuró su estilo y forjó perdurable amistad con los mejores cronistas de esa época. 
 

Los libros: la mejor propuesta de Thorndike, el Caso Banchero: prueba de fuego.

En adelante, periodismo y literatura serían un mismo género para él. Dirigió Correo, La Crónica, El diario de Marka y La Razón, y fundó La República y Página Libre. Cultivaba un periodismo violento y de denuncia -con altos índices de venta-, y sus campañas a favor de tal o cual candidato político siempre cumplían sus objetivos.

Su consagración literaria se produjo cuando aún no llegaba a los treinta años con la publicación de El año de la barbarie, un libro inclasificable, situado entre la historia y el reportaje, que develó aspectos desconocidos y dramáticos de la revolución aprista de Trujillo de 1932.

Pero sus libros más polémicos fueron sin duda No, mi general, la exasperante crónica del parametraje de la prensa expropiada por la dictadura militar en 1974, y El viaje de Prado, una refutación a la historia oficial sobre uno de los episodios más espinosos de la guerra entre el Perú y Chile de 1879-1883.

 1879: Thorndike, el periodismo literario hacia la historia.

Thorndike escribía un promedio de sesenta palabras por minuto, titulaba y diagramaba, seleccionaba fotos y sus proyectos periodísticos desafiaban toda lógica empresarial, aunque él siempre se salía con la suya. Rescataba y convertía en líderes de venta a diarios que naufragaban y, aquellos que fundaba, aparecían como ciclones que arrasaban a la competencia.

Su mayor creación periodística fue La República, cuya aparición el 16 de noviembre de 1981 significó un punto de quiebre en la historia de la prensa peruana. El periódico expresó al nuevo Perú surgido de las reformas sociales del velasquismo, donde las masas populares recuperaron papel protagónico en la vida política nacional.

En el primer año al frente de La República, Thorndike hizo posible la adquisición de una flamante rotativa traída de Alemania; en el segundo año logró para el periódico un local propio, y en el tercer año lanzó El Popular, el hermano menor de La República.

Pero en el cuarto año, como un trago amargo difícil de pasar, Thorndike fue despedido por una decisión de la mayoría de los integrantes del directorio de la empresa que él mismo había fundado y a la que entregó lo mejor de su talento. En esos días era moneda corriente en el diario bromear con la frase: “nadie sabe para quien trabaja”.

El reclamo de justicia por la masacre de ocho periodistas en Uchuraccay, en 1983, fue una de las campañas a las que se entregó en cuerpo y alma. Entonces hizo fletar un avión para trasladar al lugar del crimen a toda la gran prensa de Lima y trabajó codo a codo con el Sindicato de Trabajadores de La República, el cual movilizó a todas las organizaciones de base del país en la primera protesta pública contra la guerra sucia. 

Los Topos: polémico libro, metia su cuchara en todo, todo lo combertia en narrativa periodistica.

Entre uno y otro proyecto periodístico, Thorndike se entregaba a la escritura de su obra literaria, pasando de la crónica a la biografía, de la novela a la historia. Su biografía de Miguel Grau, de la cual se ha publicado el primer volumen, tiene más de tres mil páginas.

En conclusión, Thorndike fue una invención de sí mismo. Uno de esos personajes salidos de su propia pluma. Apasionado y contradictorio. Vivió exageradamente, siempre con la pluma en ristre, listo a escribir el próximo reportaje.
 
(*) Juan Carlos Lázaro fue integrante del equipo fundador de La República. Actualmente dirige las ediciones Sol & Niebla.

3 comentarios:

  1. El mejor artículo que he leído sobre Thorndike, con calor humano, con un sello personal que a uno le hace sentir que ya conoce al personaje. He leído otros que salieron hoy y la verdad los dejé a medias porque eran notas frías y pesadas. Thorndike serà siempre un personaje controversial, pero nunca fue gris ni ópaco.

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  2. Muy interesante la nota de Lázaro sobre Guillermo Thorndike. ¿Y por qué no hizo la escribió en primera persona? Hubiera tenido la oportunidad de describir al hombre, más humano y no tan solo como el gran escritor, el gran periodista, casi como una máquina. Pero todavía puede hacerlo, Juan Carlos Lázaro, esta nota solo debe ser la introducción.
    Rolando

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  3. El artículo de Lázaro me ha ayudado a conocer más a Thorndike ...Justo en la universidad estábamos viendo sobre el tema y encuentro esta página.
    No estoy de acuerdo con Roland...No es necesario hablar de manera explícita sobre su forma personal de ser de Guillermo. Es un artículo, no una biografía...y aún así, con diversos actos que se cuenta (el fletar un avión para los perodistas que cubren el crimen de Ucchuraccay por ejemplo) te habla del personaje. Sin críticas mordaces, sin defensas cerradas, puntual, preciso, sin academicismos, el artículo de Lázaro devela a lo que podemos denominar "todo un personaje"...y su puntillazo final...chévere

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