domingo, 8 de febrero de 2009

ENTRE LA SOMBRA Y EL FUEGO DE JUAN CARLOS LÁZARO/ ROSINA VALCÁRCEL


Crítica de libros


Entre la sombra y el fuego: poemario de Juan Carlos Lázaro*

Por Rosina Valcárcel

Cerraron la calle Berlín de Miraflores el 30 de abril, recién los rayos lilas de septiembre pudieron abrirla. Algunos milagros acontecieron. Recibo libros fabulosos, entre ellos un poemario de gran altura. El domingo 28 mi querido vecino, el pintor Ostolaza, lo toma en el aire e inicia una sorpresiva lectura en voz alta y con entonación singular. Quedo medio perpleja, tanto por el hecho insólito como por la intensidad de los versos que convulsionaron mi fin de semana.
Autor insular de la llamada generación del 70, Juan Carlos, es un lector voraz y un fino artesano de la palabra. Entre sus escasos amigos evoco a los compañeros Alfredo Rubio Bazán, filósofo; Armando Arteaga, poeta; Nelson Castañeda, pintor y Paco Tumi, narrador. Lázaro cuando polemiza, a través de la prosa, emerge de la sombra y, cual inconfundible escorpiano, como el fuego se torna implacable con su adversario coyuntural.
Pero, bueno, vayamos al punto. Entre la sombra y el fuego (2008) no es un libro de un solo discurso poético, sino de registro variado, organizado en cinco secciones, cuyos temas giran en torno a dos tópicos constantes: la soledad (sombra) y la pasión (fuego): "Migraciones y exilios"; "Entre la sombra y el fuego"; "Animales, objetos y fantasmas"; "Nowhere"; "Una temporada con Rimbaud en los desiertos de África". Otro rasgo a destacar, característico de este autor, es la autonomía que le confiere a cada uno de sus textos, los cuales pueden leerse independientemente del conjunto dentro del cual se inscriben. Esta característica, que en otros expresaría carencia de conjunto o unidad, le confiere a todos los libros de Juan Carlos Lázaro virtudes de pluralidad temática, estilística y formal.
Es con este poemario laureado que su autor logra un notable conjunto orgánico lírico. Me atrevería a decir que es su libro más acabado, tanto por tratarse de una muestra técnica del duro oficio de escribir, como por el sublime vuelo de inspiración palpable en la mano del aeda y que se esparce en un verso fecundo y resplandeciente y que refleja en última instancia el proceso vital del poeta. El título, tomado de uno de los poemas del conjunto, encarna –repito- la polarización de dos estancias del ser humano; por una parte la sombra, la desolación y lo tenebroso, y por otra el fuego, la luz, la pasión amorosa. Aquí Lázaro adivina las comarcas oníricas y experimenta la realidad social en su propia historia, en su devenir. ¿Acaso, a nivel inconsciente, hallan estos versos atisbos del vanguardismo literario y del expresionismo pictórico dominantes en el arte del siglo XX? Leamos un fragmento de "En los extramuros de Babel":
Se me castigó por mis propósitos, / aunque hoy los hombres de negocios / usurpan el Paraíso, lo ofrecen / como simple mercancía / y jamás se arrepienten ni oran. Perdóname, pues, hermano Lobo, / por mis uñas sucias y mis bolsillos rotos / y por ciertas indignas borracheras / en los arrabales de la ciudad / que antes fuera de mis dominios. / Tengo noticias de una gran Libro / en el que se me difama: / una fábula para eunucos / o un cuento para niños tontos. / Mas no repitas tú el ladrido /de los perros a mi paso. / Recuérdale al mundo que renazco / con la rotación de los astros, / y que mi crepúsculo / puede ser también el final / de esta era. (pp. 14-15).
Aunque parezca contradictorio, para los temas y las ideas que afloran en una parte de este libro (la leyenda de la destrucción de Babel, la crítica al capitalismo, la redención por la poesía, etc.) las herramientas expresivas más recurrentes son las del surrealismo y las del vanguardismo de los modernistas norteamericanos. Dentro de su propia tradición, sus referentes más claramente identificables son César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, los dos más grandes surrealistas peruanos, y también Washington Delgado, por su eclecticismo poético.
La diferencia con ellos la instaura el tiempo y la perspectiva social desde la cual escribe el autor de Entre la sombra y el fuego. En una entrevista periodística declaró: "Estamos viviendo un momento crítico en la civilización occidental, con una quiebra de los valores que la rigen, el traspaso de un sistema político económico a otro y, todo esto genera una crisis muy grave en el ser humano".
A otra pregunta sobre la situación actual de la poesía, respondió: "La poesía se ha sumergido, ha preferido pasar a las catacumbas, tal vez como una manera de preservar su función transformadora y revolucionaria, también como una forma de preservar la reserva moral que ella significa en la civilización"*.
La filosofía pesa mucho en el quehacer poético del autor. En sus poemas hay referencias a la filosofía del antiguo cristianismo, de Schopenhauer, de Sartre, etc. Y es que la meditación en el misterio del ser es otra constante de su poesía.
"Una temporada con Rimbaud en los desiertos de África" es un capítulo fuera de serie. Nos remonta al pasado y nos hace testigos y cómplices de un diálogo original con el célebre autor de Une Saison en Enfer (1873).
Confío se den otras lecturas más ricas en posibilidades interpretativas. Mientras alzo una copa de vino tinto y desde este refugio cerca al mar, fumo la pipa de la paz y digo: poeta ¡Salud!
Juan Carlos Lázaro, cuya andadura poética se inició en los años 70, ha publicado Las palabras (1977), Gris amanece la urbe de hambre (1987) y La casa y la hojarasca (2001). A su breve bibliografía suma este nuevo libro, Entre la sombra y el fuego, que se hizo acreedor del Premio Internacional de Poesía Copé de Plata 2007 y que PetroPerú ha lanzado en sus Ediciones Copé en una bellísima publicación digna de elogio.


*Entre la sombra y el fuego, de Juan Carlos Lázaro. Lima, Perú, Ediciones Copé 2008.
“Sombra y fuego”. La Primera, Lima 27/03/08.

No hay comentarios:

Publicar un comentario