domingo, 22 de febrero de 2009

LABRANDA/ JUAN FÉLIX CORTÉS

LIBROS
LABRANDA: un libro consagratorio
Por: Juan Félix Cortés


He leído desde la perspectiva de mi dinamismo interior la poesía de Roger Santivañez y he descubierto el fondo y la forma de una vida poética, incesante y desgarradora que va en busca de una consagración definitiva. Róger se introduce a un espacio creativo para ofrecernos genialmente una respuesta a su constante devenir, observa la importancia de su propia existencia, luego se nutre de ella y en un momento crucial se encuentra solo para enfrentarse al mundo que ha inventado y para reencarnarse poéticamente, una, dos, tres, cien veces en el espacio y en el tiempo. Santivañez, en el lenguaje es un niño, un joven, un adulto lleno de recuerdos, de nostalgias, nos transmite su pasado glorioso, donde la inocencia es preponderante, se trepa en las palabras útiles y sagradas para cabalgar y para buscar en los íntimos secretos, la alegría, la dicha, el dolor, tantas veces acumulado y tantas veces perdido; visualiza su nacimiento en su ciudad amada que lo vio crecer en las calles calurosas y lluviosas, se siente arrullado por las voces familiares que como duendes se suben por las paredes, por los patios, por los techos, por las camas. Rememora a su madre querida a sus tías entrañables. Su poesía es cerrada por candados grandes y pequeños, es para resguardarla de los impíos y de los imbéciles que abundan por doquier, es una poesía hermética, difícil de ingresar, sin embargo, si somos generosos y solidarios la observamos que tiene una libertad inmensa, libertad de poeta, tiene alas para volar hacia nuestro rico mundo interior para enternecernos a pesar de su dramatismo, es una poesía que huye del presente para estar paradita atónita y tierna, angelical en el pasado, siempre buscando el paraíso perdido. Su caminar solitario se esparce dialécticamente a su caminar colectivo, filosofa y poetiza su realidad interior y exterior, es una poesía de imágenes que nos sorprende por sus huellas humanas, es un misterio el poder de su palabra porque encumbra la esencia y la existencia, su poesía está concentrada y es autónoma de otras poesías contemporáneas, su lenguaje nos comunica belleza y hallazgos deslumbrantes. Es una poesía que está cercada por su silencio y su soledad y viene hacia nosotros como un chorro de agua para aplacar nuestra sed. L a sensibilidad de su arte poético, abarca un solo camino: nos conmueve y nos salva, sus poemas se han reunido en un conglomerado de hechos creativo y no de propuestas pueriles, sus poemas navegan en un mar de constelaciones lingüísticas para arribar al territorio de la originalidad, es decir, su poesía no solamente es redentora, conceptual, afectiva para sus victorias y derrotas pasajeras, es una mano extendida al hermano, al prójimo, es una poesía para aquellos que alguna vez amaron una muchacha frente al mar y que escucharon música intocable y que pertenecieron a una generación maravillosa, es una entrega poética para aquellos que sufren y se levantan del caos y que por suerte y decisión optaron por la renovación de nuevas actitudes; pero es para aquellos seres que tienen una reminiscencia, una memoria sólida y que se remonta a los viejos amores, a los antiguos encuentros y desencuentros, aquí es cuando el hombre es habitado por el poeta. Cuantos poetas se alzaron con su grandeza y su miseria humana, poetas que están encima de los tiempos; Vallejo, Borges, Octavio Paz, Baudelaire, Dávila Andrade, José Rizal, Quasimodo, Li Po, José Rizal, entre otros. LABRANDA, consolida el hermoso oficio de Santivañez, consagra su escritura, la poesía lo cubre integralmente, lo cubre desde sus raíces nacionales y universales, es un hombre, es un poeta y pertenece a otras latitudes, esa es la magia y el poder de la poesía, lo cubre cotidianamente en el lugar donde se encuentre, su poesía está en sus gestos y en su existencia única y variada a la vez. LABRANDA, es un premio a su constancia, a su humanismo palpitante, ahora es el hermano mayor que cuida al hermano menor que fue y la poesía en este sentido cumple su rol. El tiempo junta siempre los paraderos de antaño y que jamás olvidamos, los años infantiles desfilan con nuestras calles, con el rió donde nos bañamos en los atardeceres, con nuestra identidad local, con la churrería que como una joya grupal está latente hoy y siempre. LABRANDA ingresa a mi histórica biblioteca de mi casa museo con solvencia creativa, ingresa con brillo y lucidez, ingresa como un libro imprescindible para leerlo permanentemente, como el libro TERRA IGNEA de otro gran poeta y amigo; Armando Arteaga. En el libro hemos leido y reflexionado los epígrafes que Róger ha escogido con el ánimo de valorar la palabra de poetas de su agrado. LABRANDA es publicado por la prestigiosa Hipocampo editores y la calidad de la impresión, es de primera y en las secciones, nuestro poeta ha considerado la coherencia para exponer su trabajo creativo que prestigia a las letras, de América Latina y el mundo entero

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