domingo, 8 de febrero de 2009

"EL RESPLANDOR" DE KUBRICK/ ARMANDO ARTEAGA

CINE
“EL RESPLANDOR” DE KUBRICK*
Por Armando Arteaga

 Stanley Kubrick es, evidentemente, el desiderátum del cine nor­teamericano: él mismo escribe los libretos, filma, dirige, compagina, sonoriza, y a menudo maneja su propia publicidad. Sus filmes expre­san un arte muy personal.

Kubrick
Es un gran camerám. Venido del seno de una familia de clase media del Bronx, a los dieciséis años la revista Look lo contrató como fotógrafo “por pura lástima" -recuerda Kubrick- después de haberle comprado una da sus candorosas fotos. Para Kubrick, el montaje es la base del arte cinematográfico, y aún coincide en esto con Pudovkin, pues empezó leyendo “La Técnica del Film"” y toda la obra de Stanislavsky; le encantan los finales de las películas de John Ford ("que nunca llegan a una culminación: un anticlímax tras otro y, simplemente, tenemos la sensación de estar viendo la vida y la aceptarnos").
Desde su primer filme “El Día de la Pelea” -documental sobre la vida del pugilista Walter Cartier-, casi todas las realizaciones de Kubrick son adaptaciones de novelas, pero los temas y las caracterizaciones presentan enormes diferencias. “La Matanza” era, de principio a fin, un seguimiento ordinario en torno a un robo; “Espartaco” respetaba la línea argumental y el enfoque de la novela histórica de Howard Fast, y en la referencia tradicional del genero literario que tanto entusiasmó a Walter Scott; “Lolita” apareció considerablemente modificada por el propio Nabokow; “Dr. Insólito” (“Dr. Stangelove”) era una versión satírica estilizada, reducida y muy perfeccionada de la novela de Red Alert, antecesora en edición rústica de Fail-Safe. El guión cinematográfico de “2001: Odisea del Espacio” fue escrito al mismo tiempo que el libro de Clarke. Las adaptaciones de “Casta de Malditos” y “La Naranja Mecánica” fueron asunto exclusivo de Kubrick. “Barry Lyndon” viene también de la narrativa. La obra de Kubrick encierra un enorme interés para la crítica, tanto en función de los conceptos y comentarios sobre nuestra cultura y sociedad como en términos de sus propias preocupaciones estéticas. A juicio de Kubrick “una película debe presentar sus objetivos de manera indirecta y las conclusiones del espectador derivan de la sensación de vida que transmite el filme”.
Shining, el resplandor, de Kubrick. 

El reestreno de “El Resplandor” en nuestras pantallas nos vuelve a la ex­periencia visual de Kubrick que alude el enclaustramiento de una familia de Dover (padre, madre e hijo) en un hotel aislado natural y físicamente. El film le debe influencias a Hitchcock, presenta equívocos en la psicología de los personajes -aceptando que a Kubrick no le interesa la teoría freudiana y tampoco cree en el heroísmo román­tico-, y por momentos recurre a la violencia en forma espectacular, cre­ciendo en el proceso de locura de Jack, que termina con el intento de asesi­nato de los demás miembros de la fa­milia, y la feroz muerte del cocinero negro: escenas filmadas desde un án­gulo insólito por la cámara y dramati­zadas por una música constante, que trata de crear una sensación de vértigo en el espectador.
 
Historia tomada de la novela de Stephen King, y adaptada por Kubrick y Diane Johnson, destacando la actuación de Shelley Duvall. “El Resplandor” nos mantiene a un Kubrick artificioso; pero a veces deslumbrante; sobre todo, cuando nos asfixia con su encuadre y composición fotográfica, y nos muestra los ambientes espaciales del hotel, de­corados especiales que de por sí ya nos producen claustrofobia, como aquel jardín laberíntico, y la filmación de las acciones de los tres personajes familiares que van conformando la diversas circunstancia psicológicas y arguméntales del filme.
Kubrick reafirma lo que el crítico Norman Kagan ha dicho de sus filmes: “que penetran directamente en el sub­consciente con un contenido emocional, y llega al interior de la conciencia”, como lo hace la música en “El Resplandor”.

*Publicado en el diario Expreso-07/07/1982.

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