lunes, 9 de marzo de 2009

JOSÉ JOSÉ, GRANDEZA MEXICANA/ ARMANDO ARTEAGA

La República, sábado 29 de julio de 1995, p. 32
Sección “Oficios terrestres”



José José, grandeza mexicana
Armando Arteaga

Cuando se llega a los cuarenta años y por esos cabes de la vida, no mires cuando un ciego se enamora de una muchacha de veinte años, el ridículo es el leid-motiv de todos los días, igual al frío de todos los inviernos, es la bufanda que te acompaña como una serpiente en el cuello a todas partes, va contigo al café, al bar, al estadio, al cine-club, al supermarket, te sigue a la discotek, y por último se acuesta contigo. Buenos días, tristeza.

Ya sé que no eres El Amante de Margariete Duras, ni tu amiga es la Paula de Isabel Allende. Ala universidad de la vida muy poco le interesa si eres bachiller o experto en cebollas, ajos y emes. Nada se puede contra el amor. Y allí por el estereofónico concierto de la dura soledad, y el dulce lamentar de dos pastores, Salicio y Nemoroso, no hay más que volver a los boleros. Su majestad, el bolero. Ni Mauricio Ravel se salvó de los boleros, tan seriecito que parecía. Obrar «pro tempere».

Nadie canta boleros y baladas como José José, mi «cuate» de hace veinte años, desde que le entrabamos al rock'n'roll, el triste, el bohemio, el andariego, el mejor intérprete de las canciones de Manuel Alejandro. Llevarle veinte años de edad a la novia no es obra de teatro, «Cuarenta y veinte», puede ser una ventaja de viejo verde, o una desventaja de viejo enclenque, pero siempre es la comedia, el «hazme reír» en la borrasca de todos los festivales de la «bidú», donde a pesar de todos los desengaños, se vuelve a amar con la fuerza de la montaña.

José José nos visita nuevamente, vuelve a estas tres veces coronada villa y con buenas noticias, está enamorado otra vez, tiene una ilusión sentimental que se llama Sarita. Y como todas las Saritas hacen milagros, el príncipe de la canción ha dejado el trago y por ahora no habrá rana más fea que se le vuelve a presentar en el charco de la depresión.

El cantante de «Grandeza mexicana» pasa ahora por un buen momento, y desde mi «mero» ceviche de «mero» piurano, acompañado por una sola pilsen, volveré en estos días con toda mi soledad, siempre en todos los inviernos, a la calida.* voz de su mensaje. Será un homenaje al homenaje. En los cuervos que traen los boleros, los boleros se escriben por amor.



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