miércoles, 26 de octubre de 2011

Zoo und dem Elefanten / Por Armando Arteaga


Zoo und dem Elefanten / Por Armando Arteaga

Vagancia de una tarde
que termina en problemas.  Morir
atropellado por un éléphante
en la vidriera.  Amar
a muerte las leyes naturales.
Saludar al éléphante, no dejar
al majadero pasar desapercibido.
Rotas todas las arañas de cristal.
Domar al éléphante.  Ponerlo de adorno en la sala.
Es un inofensivo animal sagrado de la India –Anja traducía-.
Algo pesado.  Varias toneladas de carne estupenda
para tirárselas al león hambiento en la jaula –pensaba yo de enfant-.
Viajar en tren.  Cruzar todas las ciudades desde Berlín a Praga.
Leer en el viaje para no aburrirse:
Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana de Engels.
Creer en la filosofía, y en el glamour
de esa muchacha alemana enseñando las piernas
desde la carátula de la revista stern
que lee atentamente la señora gorda y rubia
abriendo la ventana de la tarde –también- gorda y rubia.


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